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...EL MUNDO HA DE CAMBIAR DE BASE. LOS NADA DE HOY TODO HAN DE SER " ( La Internacional) _________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

9/5/16

Los dos repùblicanismos.-II. Desde Venecia y Florencia





EL HUMANISMO CIVICO DE LEONARDO BRUNI Y EL DEBATE ENTORNO A FLORENCIA Y VENECIA

Pablo Ney Ferreira(*)

Podemos identificar en la Italia tardo medieval y renacentista, un perıodo en el que es posible encontrar doctrinas y estructuras institucionales que responden al llamado Republicanismo Antiguo o a su reestructuración renacentista denominada Humanismo Cívico. Las experiencias históricas que comúnmente se incluyen como  ejemplos de puesta en práctica de los ideales del Humanismo cívico, sin embargo, no constituyen una unidad o existen al menos dos formas de entenderlo. Para esto se intenta analizar estos temas a partir de las expresiones teóricas mas relevantes del Humanismo Cívico, tanto de Florencia como de Venecia, pero tomando como punto de partida al Humanismo Cívico florentino, y particularmente el expresado por Leonardo Bruni.

1 Introducción

¿Es posible encontrar en la Italia tardomedieval y renacentista, un periodo en el que cabe identificar doctrinas y estructuras institucionales que responden al llamado Republicanismo Antiguo o a su reestructuración renacentista denominada Humanismo Cıvico?. ¿Las experiencias históricas que comúnmente se incluyen como ejemplos de puesta en práctica de los ideales del Humanismo cívico, constituyen una unidad o existen al menos dos formas de entenderlo? En estas páginas nos proponemos analizar dos formas historica-teoricas de entender al Humanismo cívico y sus correspondientes defensores, utilizando los dos ejemplos más famosos de urbes ´renacentistas que experimentaron esta particular forma de entender las instituciones y la política en la pen ínsula itálica: las ciudades de Florencia y Venecia.
Para esto se intentara analizar estos temas a partir de las expresiones teóricas más relevantes del Humanismo cıvico, tanto de Florencia como de Venecia, pero tomando como punto de partida al Humanismo Cívico florentino, y particularmente el expresado por Leonardo Bruni. También se procurara cotejar las estructuras institucionales de cada expresión política, buscando sus diferencias y sus semejanzas, intentando encontrar dos formas básicas de estructuras asociativas y de gobernó, aunque con sus características particulares.
Se intentara entonces, delimitar dos formas políticas de entenderla Humanismo cívico, pero que no necesariamente se definen en cada ciudad, sino que en ocasiones una ciudad puede pasar de una forma política a la otra. A estas dos expresiones las asociaremos con una forma mas “democrática” y a otra m as “aristocratica”, ´pero ambas pertenecientes a distintas formas de interpretación del denominado republicanismo clásico. Se tendra en cuenta para estas ´distinciones, tanto las formulaciones teóricas de los republicanos renacentistas, como las diversas experiencias prácticas de gobierno ´que se desarrollaron en ambas ciudades durante el renacimiento.

2 Estructuras políticas de las Ciudades Estado renacentistas
En lo que respecta a su organización interna, podemos afirmar que muchas ciudades contaron en su formación, con algunos rudimentos ´constitucionales. En el final del siglo XI, -Pisa por ejemplo- comenzaron a adoptar gradualmente una forma consular de gobierno, donde, para evitar el abuso de poder, el cónsul era sustituido en sus funciones cada un ano. En la segunda mitad del siglo XII, el cónsul comenzaba a ser suplantado por el “podestá” –un funcionario asalariado, al que se le otorgaba el poder supremo en las esferas administrativas y judiciales, pero que no pertenecía a la ciudad que lo contrataba. Este procedimiento objetivaba implementar una administración publica semejante a su ciudad de origen, anhelada por los contratantes, y garantir la imparcialidad, esto es, garantizar que ningún  vınculo o lealtad local le influenciara en la emisión de juicios sobre las partes ´en conflicto. Era electo por el voto de los ciudadanos por un periodo de seis meses o un año, al final del cual daba cuenta a dos consejos –uno ˜mayor, de unos seiscientos miembros de los varios grupos sociales que formaban la ciudad, pero de menor importancia, y otro mas cerrado, con no mas de cuarenta miembros de la clase social de mayor destaque ´los nobles), pero de mayor influencia no solo cuando se indicaba el candidato a podesta, sino también a la hora de juzgarlo. Este ´rudimentario instrumento constitucional de control del poder entre los principales segmentos de la ciudad, que en el final del siglo XII pasa a ser adoptado por casi todas las principales ciudades del norte y algunas del centro de la península, comenzó a demostrar sus flaquezas ya en ´el siglo siguiente. El motivo se debió a su incapacidad de asimilar los ´intereses de la nueva burguesía (gente nuova), que con el crecimiento del comercio y de la actividad financiera alcanzaban una posición de destaque, balanceándolos con los privilegios gozados por la clase urbana.

A pesar de su creciente riqueza, sin la cual jamás las ciudades ´podrían hacer frente a los enemigos externos, la nueva clase continuaba sin voz en el principal consejo de sus ciudades. El aumento del descontento hizo que estos buscasen el reconocimiento de los nobles. Esto llevo a los comerciantes y banqueros a crear un consejo propio, ´presidido por un líder electo directamente, el capitano del popolo –lo que significaba un desafío directo al gobierno del podesta, cuyas decisiones eran influenciadas normalmente por la nobleza, celosa de sus privilegios políticos. Este desafío hizo que esta inquietud inicial diese lugar a la violencia: impaciente, la nueva clase apelo al uso de la fuerza, procurando a través de esta restringir o hasta prohibir la participación de los nobles en el gobierno y, en casos extremos, desterrarlos de la ciudad.

Ante esta guerra civil que se instauro, a fines del siglo XIII, en la ´mayor parte de las ciudades del centro y del norte, la solución, casi sin excepción, fue confiarle a una ´ única persona un poder irrestricto, el signore. La signoria –el gobierno hereditario de una familia-, en tanto, fue una solución pasajera, pues, si momentáneamente aseguraba ´cierta tranquilidad interna, en el plano externo los signori   no presentaban tranquilidad, el deseo de pacificación, ya sea por el emperador o por el Papa aumentaba cada vez mas. La toma de partido entre gibelinos y guelfos obedecía entonces a razones, sino ideológicas, al menos practicas (Baron 1993, 9; Colliva 1994, 195-200).
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3 El gobierno popular
En este contexto, en la segunda mitad del siglo XIV, se inicia una experiencia política única en toda Italia: Florencia pasa a vivenciar un autogobierno popular. La ciudadanía estaba constituida por los empresarios, negociantes y artesanos, el popolo – tanto los nobles (grandi) como la mayor parte de los asalariados estaban excluidos. Los cargos públicos son adjudicados en dos fases distintas: la evaluación del candidato a través del voto y el sorteo de los candidatos a los cargos ´restantes, siguiendo el criterio de la rotación. La elecc on se efectuaba ´cada cinco años, cuando dieciséis gonfalonieros de cada uno de los ´dieciséis gonfalones (compañías armadas compuestas exclusivamente por ciudadanos armados) inscribían los candidatos, que a su vez, eran sometidos al voto solamente de la parte de la población inscripta en las ´diversas guildas (arti) –tanto en las arti maggiori (abogados, banqueros, médicos, mercaderes, etc..) como por las ´ arti menori (panaderos, carpinteros, etc..). Al final del escrutinio, los nombres de los candidatos que obtienen por lo menos dos tercios de los votos son introducidos indiscriminadamente en ocho bolsas (borse), por los accoppiatori.

Siempre que un cargo se encontraba vacante, se realizaba un sorteo público eliminándose sucesivamente a aquellos que ocuparon ´recientemente un cargo; ası se aseguraba la rotación de los cargos. La reelección solo estaba permitida cada dos o tres años. La idea de que el mayor número de ciudadanos aptos (los miembros de las guildas que están al dıa con sus impuestos) pudiesen participar directamente de la vida pública de la ciudad, estaba presente en esta instancia ´de autogobierno popular. Los cargos para las tres magistraturas superiores, responsables de la administración de la ciudad y del ´territorio florentino eran cubiertos del siguiente modo: nueve priori(seis representantes de las guildas mayores, dos de las menores y un gonfaloniere, jefe temporal de la república y comandante del ejército), ´que componıan la signoria, ocupaban durante los dos meses de su trabajo el Palazzo della Signoria y recibían un modesto salario para cubrir sus necesidades básicas: el Colegio de los Doce Ancianos ´(Dodici Buonomini) era renovado cada tres meses; y el Colegio de los Gonfalonieros (Seidici Gonfalonieri), formado por cuatro representantes de cada uno de los cuatro barrios (cada barrio estaba formado por cuatro gonfalones), electos cada cuatro meses.

La signoria era asesorada por los dos Colegios en sus decisiones, que eran válidas si estaban aprobadas por mayoría de dos tercios, en las dos asambleas, el Consejo del Pueblo y el Consejo de la Comuna, electas cada cuatro meses –el gobierno, por lo tanto, era colegiado. Excepcionalmente, cuando la ocasión lo exigía, todos los florentinos mayores de catorce anos eran convocados para formar en la Piazza della Signoria un Parlamento, para, con la aprobación de dos tercios de los presentes, crear una comisión de emergencia ( Balıa), una suerte de dictadura provisoria, que tenıa una duración preestablecida e investida de plenos poderes para enfrentar la crisis. Ciertamente, este sistema era mucho mas complicado, y los mejores historiadores tienen muchas dificultades en describirlo en detalle (Rubinstein 1997, 44-55; Tenenti1973, 17-19; Hibbert 1993, 17-25).

4 La imitatio como procedimiento
La conjugación de tres hechos –la amenaza externa, el sentimiento democrático de los florentinos (prácticamente inexplorado por Baron) y el desarrollo del humanismo hicieron que, por primera vez en Italia, fuese buscado en el ideal de la imitación ( imitatio) de los griegos y los romanos antiguos, una base ideológica  sólida para la crisis política del momento.
Entre tantos otros precursores, el florentino Leonardo Bruni, se destacó en este emprendimiento. La obra del primer humanista cívico italiano comprende dos momentos: en una primera fase, ligada a la crisis externa, su preocupación era la de inculcar el espíritu cívico en sus conciudadanos para hacer frente al enemigo externo, una monarquía absoluta cada vez mas aceptada por los italianos; en una ´fase posterior, ahora ligada a una crisis interna, la tónica de su discusión era institucional, o sea, el desarrollo de este mismo espíritu, en la práctica democrática de su ciudad, que comenzaba a deteriorarse.
En el Elogio a la Ciudad de Florencia (1400) y en los Diálogos ´ (1401)se descubre una nueva visión del pasado: Bruni procura rehabilitar el ´ideal de la republica, en particular, de la virtud cívica, contra el ideal vigente del imperio, que a partir de entonces estaba siendo asociado a la corrupción y a la tiran ´ ´ıa. El alcance de esta revisión de la historia de Roma solo puede ser evaluado si tenemos en consideracion que uno de los escritores mas respetados de Italia y el mayor orgullo ´de Florencia, Dante, fue un tenaz defensor del ideal feudal de la monarquía universal.

En su tratado de la Monarquía (1310) es defendido el otorgamiento total e irrestricto del poder al emperador porque él es la única fuerza ´unificadora capaz de vencer a las facciones que dividían a Italia y detraer la paz. Dante separa, de una forma radical para la época, dos metas finales para el hombre: una es la salvación en la vida por vivir, que se alcanzara por la filiación a la Iglesia; la otra es la felicidad en esta vida presente, que se lograra únicamente bajo la dirección del ´imperio –concebido como un poder paralelo a la Iglesia e independiente de ella. Pero su obra de mayor impacto, que todavía impregnaba profundamente el espíritu de los italianos de la epoca –particularmente de los florentinos –era la Divina Comedia (1313). En su Inferno los asesinos de Cesar, Bruto y Casio (“traidores del emperador humano”),están postrados en el estomago de Lucifer, lado a lado con Judas ´(“el abominado traidor del emperador divino”). Dante compartía el dogma medieval de la Roma Aeterna, la idea de que Cesar fue el fundador de un imperio universal estático deseado por Dios, y que en su época habıa sido transferido a los emperadores germánicos, lo que hizo que cualquier tentativa de cambio fuese vista como una traición. Tan grande es la tensión entre estas dos concepciones, que Bruni ´justificara los juicios de Dante diciendo que este, en realidad, no es ´su pensamiento, que, por lo tanto, se trata de figuras poéticas, que no se corresponden con los personajes historicos de Roma; y completa su justificación afirmando que Dante, sin duda alguna estaba bien consciente de la importancia histórica de la acción virtuosa de Bruto ´(Baron 1993, 48-9, 65-152).



Fruto del momento de crisis externa por la cual atravesaba Florencia, esta nueva visión del pasado abrir  a para el presente una nueva opción en la discusión que se encadenar  a, al retomar la historia de Roma enfatizando la Republica por sobre el Imperio. En una  época en que el ideal de imperio –ideal difundido por mas de un siglo como parte de un proyecto divino –recrudecerá, debido al sentimiento general de los italianos de que un juez supremo y soberano serıa la única solución para las continuas guerras entre los peque ´ nos poderosos de la península, la afirmación de que la ruina de Roma se debía a la destrucción de la “ virtus” romana por el imperio, fue revolucionaria en su efecto sobre el espíritu de la época. 

La crıtica al imperio desde el punto de vista republicano emprendida por Bruni, cuyo significado histórico fue decisivo para el desarrollo ´del humanismo cívico italiano, fue fortalecida por el redescubrimiento de varios textos clásicos de historia antigua, que solamente a partir ´de mediados del siglo XIV comenzaran a tener una divulgación mas amplia. En las obras rescatadas de Tacito, que fueron llevadas a la ciudad del Arno por Boccaccio, Bruni busca el testimonio de que, a pesar de los grandes hechos personales, Cesar y Augusto instituir  a una tiranía, cuya consecuencia mayor fue la de sofocar el carácter del pueblo romano - el fundamento mismo de gloria que Roma había alcanzado-, causando su ruina (Baron 1993, 54-61).

Después de invertir el juicio corriente sobre  Cesar y sus sucesores, Leonardo Bruni, en estas dos obras, expone otra tesis subversiva. Durante toda la edad media, varias ciudades italianas de proyección, como Florencia, hasta entonces se vanagloriaban de haber sido fundadas por Cesar. Segun la leyenda medieval, Cesar persiguió y derroto a Catilina y su ejercito rebelde, acantonados en las colinas de Fiesole, fundando Florencia, una fortificación contra los enemigos del Imperio.

En el siglo XIV, cuando la ciudad del Arno se destacó definitiva- mente entre las otras, las crónicas de época asociaban su gloria al hecho de que los florentinos descendieran de los colonos de Cesar. Bruni, con el acceso a las fuentes antiguas que antes no era posible (en particular Salustio), buscó establecer las condiciones históricas exactas de su existencia: según Bruni, fueron los victoriosos veteranos de Sila que colonizaron su ciudad, en el inicio del primer siglo A.C. O sea, la fundación de Florencia por los romanos sucedió  antes de que los efectos viciosos del gobierno tiránico de Cesar hubiesen alterado el carácter cívico del pueblo romano.

Por lo tanto, Bruni concluye, la misión política de Florencia, heredera de la virtus de la respublica romana, es ser el baluarte contra el imperio. Su proyecto es regenerar la moral cívica de su pueblo, para que la amenaza enfrentada por Florencia pueda ser superada. Para esto, celebra la acción de Bruto como uno de los  más dignos ejemplos de virtud; pues al conspirar contra la tiranía de Cesar, coloco a la salvación de la patria por encima de su propia salvación y de ´la de sus propios hijos. Y es justamente esta cualidad del pueblo florentino, en cuyas venas corre todavía la sangre de los colonos de Sila, la que más se debe apreciar: el auto sacrificio por la patria, pues ´no hay amor comparable al amor por la propia patria. El destino de un pueblo no está inexorablemente preso de la Providencia (para aquellos que conciben el imperio dentro del cuadro conceptual medieval) o la necesita (para quien ve en la monarquía absoluta nacional la única alternativa al caos), pero s´ı de su propia fuerza moral. Así como el ascenso de Roma se debe a la virtud cívica de los ciudadanos y su decadencia a la imposición de una tiran ´ ´ıa –por inhibir y destruir justamente esta fuerza dinámica, o sea, por corromper al pueblo, ´desviando sus intereses de la vida pública para la vida privada -, también Florencia y las otras ciudades italianas deberan cuidar de las cualidades de sus ciudadanos, unico modo seguro de prevenirse contra ´el invasor (Baron 1993, 61-4).

Esta revisión de la historia de Roma permitió que se hiciese frente a otra amenaza de rehabilitación del ideal republicano: el humanismo clasicista que, con base en la rehabilitación de los textos antiguos, pregonaba el desprendimiento de la cuestiones mundanas, en vista dela superioridad de la contemplación filosófica, de la vita contemplativa, sobre la vita negotiosa (que engloba tanto a la vida privada de los placeres y del comercio como a la vita activa). El mayor representante de esta amenaza fue el florentino Petrarca, el padre del humanismo clasicista y una de las mayores autoridades italianas de esta época. 

Para el, como para toda la edad media, Cicerón fue tenido como un filosofo estoico, dedicado exclusivamente a la contemplación solitaria. Ávido por nuevas fuentes clásicas, descubre en 1345, en la catedral ´de Verona, las Cartas a Atico de Ciceron, donde el autor aparece como un patriota republicano, enemigo del imperio, dispuesto a abandonarla vida retirada, a la cual fuera obligado a llevar en su vejez, para enfrentar, arriesgando su propia vida, la guerra civil que se instaló en Roma con el asesinato de Cesar. Este descubrimiento lo dejo profundamente consternado, pues, ası como Dante anteriormente, Petrarca había, como tantos otros en esta epoca, depositado en el emperador germano, Carlos IV, toda su esperanza de la pacificación de Italia. Para el, la conducta de Ciceron representaba una afrenta a la tradición política medieval, en la cual estaba inmerso, y a la filosofja estoica, fundamento de su humanismo clasicista.
El Imperio propiciaría la tranquilidad pública necesaria para que el filosofo se pudiese dedicar exclusivamente a la lectura solitaria de las obras que tratan acerca de las cosas superiores, y que no se ocupan de las cuestiones meramente mundanas. Petrarca, que optara por vivir bajo la protección de una tiranıa, garantıa de paz y sosiego para su actividad, reprueba vehementemente a Ciceron, en sus Cartas Familiares, por morir “indignamente” por la causa republicana, en lugar de continuar siguiendo la vida “digna” de un filósofo, distante de las cuestiones humanas, una vida que solo Cesar y sus sucesores podrían propiciar. Leonardo Bruni, siguiendo a Aristoteles, reafirma la dignidad de la vita activa incentivando a los ciudadanos, a través de su revisión de la historia de Roma, a cargar ellos mismos con el peso de la responsabilidad cívica (Baron 1993, 119-123).

En el otono de 1402, muere Giangaleazzo, vıctima de una epidemia que asolaba el norte de Italia. A pesar de que otros príncipes, durante las décadas siguientes, intentaran retomar la iniciativa del duque de Milan, este hecho fue decisivo para que Bruni se volcase hacia las cuestiones internas de Florencia, iniciando una segunda fase en su pensamiento político. Durante los proximos a  nos, Bruni hizo algunas rectificaciones a sus afirmaciones anteriores y continuo su elocuente ´defensa del humanismo cívico contra la amenaza persistente de la tiranía, enfatizando el papel histórico de Florencia en este debate.
En 1427, Nanni degli Strozzi, comandante de las tropas de Ferrara y de descendencia florentina, que fue uno de los más valerosos ´líderes de la coalición antimilanesa formada después de la muerte de Giangaleazzo, no resiste a las heridas que le provocaron en la batalla de Ottolengo, y muere poco después de la misma. A Bruni, que en esta época ya habıa alcanzado un reconocimiento, incluso fuera de Toscana, le solicitaron desde Ferrara que escribiese un elogio en honor del héroe muerto. Un  año después –debido a sus ´múltiples ocupaciones como canciller- Bruni elabora un panegírico que ejercerá una gran influencia sobre el pensamiento político italiano. Rehabilitando una forma literaria típica de los grandes estadistas republicanos del pasado culmina su Oracion  fúnebre  para Nannidegli Strozzi; la misma toma como base a la famosa oración fúnebre ´publica de Perıcles en honor a los primeros caídos atenienses en la guerra del Peloponeso, relatada por Tucidides en su Historia de la Guerra del Peloponeso, donde es realzada la prominencia cultural y política de la ciudad en razón de su forma de gobierno y de la virtud ´cívica de sus ciudadanos (Baron 1993, 412-14). Según el historiador ´griego, la superioridad de Atenas sobre sus oponentes se debe entre otros factores, principalmente a sus instituciones y al carácter de sus ´ciudadanos: sus instituciones democráticas –una creación original (el ´sorteo y la rotación de los cargos son sus características principales),no copiada de sus vecinos, y que por el contrario, han servido de ejemplo para otras ciudades griegas (Libro 2. cap. 37); la bravura en el momento de actuar –al contrario de otros, que tienen que recurrirá preparativos y estratagemas, los atenienses estan siempre dispuestos a enfrentar a los peligros y no se perturban en los momentos de tensión, pues, conscientes de que el coraje en la lucha por la patria ´debe con justicia sobreponerse al resto, ellos de buen grado están´ dispuestos a sacrificarse por ella (Libro 2. cap. 39); y también los lazos ´de fraternidad que caracterizan a la relaciones entre los ciudadanos atenienses –unos ayudan a otros sin medir las consecuencias, y los individuos que cuidan exclusivamente de sus propios intereses sostenidos como inútiles (Libro 2. cap. 40). Estas caracterısticas hicieron que Atenas sobresaliera entre las demas ciudades griegas también en ´belleza y en sabiduría (Libro 2 cap. 40-1). Ella es, como afirma Pericles, la escuela política y cultural de Grecia (cap. 41)1.A estas tres características, y dicho de modo elocuente en su Oración´ , Florencia debe su superioridad sobre las demas ciudades ´italianas. Entretanto, la afirmación de un joven historiador florentino ´–que su ciudad debe su particularidad al hecho de haber sido fundada por romanos antes de que se dejaran corromper por Cesar y sus sucesores- no tenía en cuenta que otras colonias fueron fundadas en la misma época en otras regiones de la península, y que, por lo tanto, deberían contar con las mismas cualidades. Esta dificultad puede ser disimulada a partir de su Historia del Pueblo Florentino (1415), con el descubrimiento de que, antes de que llegaran los romanos, ya había en Toscana un pueblo libre de sujecion tiranica: los etruscos. ´En su panegírico, Bruni funde estas dos visiones: Florencia debe su particularidad al hecho de que desciende de estos dos pueblos, siendo en su origen una colonia de romanos que se mezcló con los ´habitantes etruscos. Como Atenas, también Florencia, debido a su ´originalidad, ha servido de escuela para las otras ciudades italianas. Su eminencia cultural seria una prueba de que sus instituciones políticas y el carácter de su pueblo primaban en toda Italia  2.La constitución florentina, conforme con la  Oración, promueve la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos. Ella es definida como una forma popular de gobierno, en la medida que los cargos publicos ´son ocupados a través de un sistema de rotaci on y sorteo (instituciones ´que, sumadas, caracterizan a una forma de gobierno democrática). ´El acceso a estos cargos está abierto a todos, agrega ´ el, teniendo en cuenta que los candidatos estén cualificados para ejercerlos, pues ´esta república requiere de sus ciudadanos ´ virtus y probitas (Baron1993, 414-15, 418-19 y 424; Pocock 1975, 87-91). Para Bruni, siguiendo la concepción aristotélica, la virtud cívica exige la igualdad

1Una descripción que se aproxima mucho más al ideal de republica de Arist ´ oteles que a la ´democracia ateniense que conocemos de otros textos. 2De ah´ı la necesidad de Bruni de matizar en sus escritos el credo político autocrático de cuño medieval, que propugnaban dos de los mas ilustres letrados florentinos, Dante y Petrarca. ´política, así como la participación directa de todos los ciudadanos en el gobierno exige que todos comulguen esta misma disposición ética. Esta concepción, que a partir de la ´ Oracion´ conocerá una divulgación sin precedentes en toda Italia, ya había sido expresada anteriormente en su famosa epístola Ad magnum príncipe  imperatorem ´ (1413):“El régimen popular, que los griegos llaman democracia...encuentra su metáfora en el relacionamiento fraterno. Los hermanos son pares e iguales entre si. El fundamento de nuestro gobierno es la paridad y la igualdad de los ciudadanos...Todas nuestras leyes tienden unicamente ´a esto: que los ciudadanos sean iguales, porque es solamente en La igualdad que se enraíza la verdadera libertad” (Garin 1996, 33). Es incuestionable el avance con relación al texto de 1400, donde la ´ única referencia a la forma de gobierno florentino nos habla de un limite constitucional a los que detentan el poder –el poder supremo esta ‘dividido entre nueve pares, electos cada dos meses; y los nobles de las antiguas familias feudales tienen su poder pol´ıtico limitado por leyes.
La intención de Bruni, en esta segunda fase de su pensamiento pol ´ ´ıtico,es realzar la interdependencia entre la igualdad etica y pol ´ ´ıtica, pilaresde la república. 

5 Redescubriendo a los clásicos
La interdependencia entre pensamiento político y las circunstancias políticas de una época, llave para la comprensión tanto del origen del humanismo cívico italiano como de su impacto en el plano de las ideas y de las acciones de esta época, se torna más clara si tomamos dos ´ejemplos de contacto con la literatura antigua en un contexto político radicalmente diferente del de Florencia en el 1400.

Lejos de apuntar a descubrir una nueva alternativa al mundo político de entonces, el redescubrimiento de la Política, en la mitad del siglo XIII,- como atestiguan los comentarios de los principales Doctores de la Iglesia de la primera traducción latina de Guillermo de Morbeke, - corroboro los valores de entonces. Esto se debe a un error típico de interpretación de la Edad Media (tan típico que los medievalistas acunaran la expresión de  interpretatio  medieaevalis): la proyección dela experiencia y de los valores políticos de su época en los autores clásicos que, a partir de entonces, pasaran a ser estudiados.

Un clásico ejemplo de este error podemos extraerlo de los comentar- ios de Tomas de Aquino (el más influyente de los Doctores de la Iglesia), ´del primer capıtulo del Libro I de la Política, donde es comparado el regimen pol ´ ´ıtico democrático con el régimen monárquico. Gobernar y ser gobernado por turnos es lo que caracteriza al primero, en oposición al segundo, donde uno gobierna y los otros son siempre gobernados.

Como vimos, esta distinción presupone un tipo de virtud a cada una de las formas de gobierno: la virtud cívica, de la cual participan todos los ciudadanos, está asociada a la igualdad política; por otro lado, la virtud del monarca, que, como la del buen padre, se debe a su capacidad de tutelar a aquellos que, como los hijos inmaduros, son incapaces por si solos de promover su propio bien. Esta última virtud aparece asociada ´a la desigualdad política. La preferencia de Aristóteles es nítida, y no parece necesario repetirla. En tanto, esta distinción aristotélica entre el régimen democrático y el monárquico fue totalmente desoída con la finalidad de adecuar su pensamiento al ideal medieval de sus comentadores. En el comentario de Tomas de Aquino, tal adecuación llevo a apagar completamente la propia noción de un régimen democrático.
Según el, este pasaje del inicio de la  Política, se refiere a un régimen en que el rey en parte gobierna (a todos sus súbditos), y en parte es gobernado (por la voluntad de Dios). En su comentario, politicus es una calificación positiva del régimen monárquico –el  régimen regale que obedece a la ley de Dios serıa un régimen politicum et regale; ası como despoticus es la calificación negativa -el  régimen regale que sigue exclusivamente el arbitrio del soberano seria un régimen despoticum et regale (Sternberger 1978. V. I, 45-53 V. II, 30).
En este contexto político –donde la Santa Sede procuraba coloca al Sacro Imperio Romano Germánico bajo su tutela.- e intelectual ´–donde la obra de Aristóteles asumía una autoridad casi absoluta, al punto de merecer ser rigurosamente traducido y comentado como la Biblia- no podríamos esperar otra interpretación. También el silencio sobre algunos conceptos es significativo: en la primera traducción de la Política al latín, el termino ´ politia (traduccion de Guillermo de Moerbeke para el griego politie) no es comentado en ningún pasaje por el Doctor de la Iglesia. Solamente en 1438, en el contexto de una ciudad que valoraba positivamente la democracia, podra Buni concluir su traducción latina de la  Política, en la cual el termino griego politie estara traducido correctamente por su equivalente latino de ´ respublica(Meier 1984, 565-67).
Un segundo ejemplo, para mostrar mas claramente la interdependencia entre pensamiento y contexto político y la importancia de ella para la comprensión del pensamiento político renacentista, es el del De Regimine Principum ad Regem Cipry. Dedicada al príncipe de Chipre, esta pequeña obra permaneció  inacabada hasta la muerte de su autor, Tomas de Aquino, en 1274- probablemente, debido a la muerte prematura del joven príncipe. Cerca de treinta años después de su inicio, ella fue completada por uno de sus discípulos mas allegados, ´el italiano Ptolomeo de Luca. Las diferencias entre las dos partes de esta obra son bien claras. En la primera, sobresalta el rigor lógico y la ausencia de experiencias históricas; en la segunda, la argumentaciónes mas frágil, desordenada y suplida frecuentemente por varios ejemplos bíblicos y de historia antigua y de la Italia de su epoca. Pero hay otra ´diferencia interesante: mientras que en la primera se discute exclusivamente dentro de la visión normativa teológico medieval, las ventajas de ´la monarquía; encontramos, en la segunda, una definición y una discusión –bastante desordenada- sobre la república. La politia –Ptolomeo utiliza la traducción latina de Moerbeke- deriva de ´ polis, que significa la totalidad de los ciudadanos. Encontramos la politia, continua, donde: ´los muchos se gobiernan a si mismos (ella es un dominium plurium): los trabajos son limitados en el tiempo; ellos se reúnen frecuentemente en ´asambleas para deliberar sobre las cosas publicas; los gobernados son ´virtuosos, y los que gobiernan están sujetos a puniciones. La forma de gobierno que posee estas características es denominada régimen politicum. En su caracterización de la republica dos ejemplos –sorprendentes para la epoca- son constantemente citados: la Republica Romana e Israel. Según el, gracias a su forma de gobierno, los ro- manos y el pueblo de Israel pudieron seguir plenamente un modo de vida político (politice vivunt) (Sternberger 1978, V.I, 58-70).
La preocupación central de Ptolomeo de Luca fue, en este caso, completar la obra inacaba de su maestro, describiendo formas de gobierno que su época no conoció, y deshacer su error, anteriormente ´citado –al interpretar el régimen politicum como un régimen regale que obedece a la ley de Dios, esto es proyectar valores de su época ´en un concepto aristotélico. Ptolomeo vive en una época en que las ciudades italianas no eran autónomas y ni siquiera deseaban la autonomía política, y nuestro autor en ningún momento pretendió alterar semejante situación. De su parte, no hay una crıtica al orden vigente ni señal alguna del ideal de  imitatio renacentista. No hay por lo tanto, en esta obra ninguna ruptura entre las dos partes, pero si una complementacion: el discípulo continúa fiel a la ideología de su maestro. Es por eso que ella no podría tener ningún efecto ´revolucionario, sea en el plano de las ideas o en el de las acciones.

Si las afirmaciones de Bruni, en sus primeros escritos, contenían una buena dosis de exageración –que los florentinos habrían heredado de sus antepasados republicanos el espíritu cívico y la forma de gobierno democrática- era debido a su intento de persuadir a sus ´conciudadanos, a través de la fundación mítica de Florencia, de La excelencia de la república. Mas tarde,  el fue obligado a constatar que la situación real de su ciudad distaba bastante de la que preconizaban sus obras, tornándose mas pesimista que en su propósito inicial. Un hecho fue de crucial importancia para su inquietud.

6 Las virtudes cívicas
Vimos que en la Oración´ , inspirado en la descripción de la Atenas mıticade Tucidides, la bravura de sus ciudadanos es uno de los factores determinantes de la superioridad de su ciudad sobre las otras. El énfasis en esta cualidad se debe no solo a la amenaza externa, sino que también la concepción republicana –proveniente principalmente de Aristóteles, de quien el florentino fuera lector asiduo y traductor esmerado- de que el coraje es la virtud cívica por excelencia. Siendo así, el ciudadano armado, que ama a la patria por encima de su propia salvación, y cuyo ejemplo m ´ as digno fue Strozzi, tema central de esta obra, se debería constituir en la espina dorsal de su ciudad. Por lo tanto, así concluye su obra, ella jamas podrıa contar para su defensa con tropas mercenarias.
Cuando en 1439 le fue pedido, una vez mas que describiese brevemente la constitución de Florencia, sus juicios fueron expresados ´en un panfleto escrito en griego, Sobre la Politeia de los Florentinos .Bruni va a decir aquí que su ciudad se había transformado hace mucho tiempo, al perder el espíritu cívico y al dejar de ser un gobierno democrático (que como ´ el ya había enfatizado anteriormente, depende de este mismo espíritu). Según su análisis, Florencia ser  a nuevamente una república democrática –donde todos son no solo libres, sino ´guales, por tener el acceso a todos los cargos públicos a través del sorteo y la rotación- solamente cuando sus ciudadanos asuman ´el deber cívico de defender a la republica con sus armas. Apenas ´su ciudad comenzó a contratar mercenarios –una decision tomada ´voluntariamente por los ciudadanos florentinos-, los nobles y los ricos comenzaron a ser más influyentes; pues una vez que el auto-sacrificiopor la patria pasa a ser desconsiderado por ser un precio muy alto a ser pago por la ciudadanıa, una vez que el amor propio supera al amor por la patria, el conocimiento para confeccionar las estrategias militares delos nobles y los recursos financieros de la burguesía pasan a tener un valor preponderante (Baron 1993, 427-32, 435-39).

Entre el final del siglo XIV y el inicio del siguiente, esta es la conclusion que podemos sacar de este análisis un tanto m as realista de Bruni: Florencia se convirtió en un régimen mixto de preponderancia oligárquica, donde el pueblo generalmente acepta y raramente veta las leyes, cuya preparación y formulación están en las manos de unos pocos pero muy influyentes. Situación que no agrada a Bruni y que espera ver corregida luego de que sus advertencias sean escuchadas. La evolución de la constitución de los florentinos descrita por Bruni se contradice con los análisis mas minuciosos que hoy disponemos ´–a pesar de la escasa y confusa documentación que los historiadores ´modernos heredaran. En este sentido, las consideraciones de la Politeia son importantes para poder avanzar algunas conclusiones. Como Bruni destaca en su panfleto, la participación del ´ popolo (básicamente ´los artesanos que formaban las guildas menores) fue reducida; pues, los criterios iniciales para calificar para un cargo (formar parte en la milicia y ser miembro de una guilda) se transforma radicalmente cuando la necesidad de acumular recursos para costear mercenarios, frente a la amenaza de los enemigos, pasa a ser la prioridad central de los florentinos. Es cierto que esta transformación se dispuso definitivamente a lo largo del siglo XV, cuando los accoppiatori pasaron a tener la función de confeccionar bolsas exclusivas de ´los representantes de las guildas mayores para las tres principales magistraturas y de los representantes de las guildas menores para las magistraturas menores, los dos Consejos, cuyo único poder es ´el velo a las decisiones que les eran entregadas. En otra fase, los grandes mercaderes y banqueros, debido a su mayor disponibilidad de recursos para el erario publico, acabaron destacandose de los demás representantes de las guildas mayores, aumentando todavía mas su poder en el gobierno. Ası, la frágil forma de gobierno popular, bastante ´distante de la Florencia mítica de Bruni, se transformó en pocas décadas en un gobierno mixto de preponderancia olig arquica. A pesar de la exageración de los primeros escritos de Bruni, su ´repercusión fue muy grande y traspaso con creces los lımites de su ciudad. A partir de 1430, su Elogio y su Oracion pasaron a ser leıdos en toda la pen ínsula, y hasta 1460 fueron las principales referencias para las ciudades libres en su lucha contra la tiranía, pero jamás fueron ´suficientes para concretar su propósito original, la creacion de una ´república democrática. ´
7 El momento veneciano
Durante todo el siglo XV, tanto con el gobierno de los Medici como durante todos los cambios que la constitución florentina sufrió a lo ´largo de estos años, las descripciones de estas dos obras siempre ˜se mantuvieron vivas en el espirito de los florentinos. En el siglo XVI, mientras tanto, la ciudad del Arno conocerá una transformación radical: en el plano de las ideas, la constitución de Venecia pasar  a inspirar el pensamiento político florentino, sustituyendo al mito cívico de Bruni; en el plano político, la elevación de Venecia a modelo ´para imitar para los florentinos tendrá como consecuencia el ascenso ´definitivo de los Medici al poder –un nombre que estará hasta la mitad ´del siglo XVIII definitivamente asociado al gobierno de esta ciudad. Estecambio radical es al mismo tiempo sorprendente, pues los florentinos que hasta entonces se vanagloriaban por tener una forma de gobierno única, eran, en esta  época, enemigos acérrimos de los venecianos, a quienes atribıan una forma de gobierno oligárquica. 

Inicialmente, los florentinos esperaban que Venecia fuese su aliada natural, teniendo en cuenta que solamente las dos repúblicas habían sobrevivido a las envestidas de Giangaleazzo. Esta, mientras tanto, adopto una política aislacionista confiando en la protección natural ´de sus lagunas, en la eficiencia de su diplomacia y en las buenas relaciones comerciales con las principales fuerzas de la época que hasta ´entonces le habıan garantizado su autonomía política. El hecho de que algunos pactos fueran firmados entre el Duce y el duque reforzó todavía mas en los florentinos el sentimiento de traicion que sentían por la Republica de San Marco (Baron 1993, 435-6; Gilbert 1977, 180-2). ´Hasta entonces, Venecia permanecía distante e impasible al desarrollo de estas luchas interminables que se sucedían en el centro y el norte de la pen ínsula. Fue la enemistad entre las dos ciudades, sumada a la gran repercusión que el mito florentino alcanzaba en toda ´la pen ínsula, la que llevo a los venecianos y sus simpatizantes a salir de ´esta inmovilidad, buscando una alternativa, en esta mitad del siglo XV, para aquella que paso a ser considerada la mejor forma de gobierno, la ´única digna de un pueblo libre. 

En el auge del Renacimiento, las principales familias del patriciado veneciano, que hac´ıa casi dos siglos gobernaban incuestionablemente la ciudad, se empenaron en identificar la constitucion de Venecia con ´los modelos clasicos del republicanismo. Su inter  es en combatir la ´idealizada republica florentina, necesitaba además una base ideológica de legitimación tanto externa (para sus propósitos diplomáticos) como ´interna (para mantener a sus gobernados unidos y justificar los sacrificios de estos por la ciudad). Los gobernantes venecianos ya contaban, para su propaganda, con dos autoridades de un peso enorme: Tomas de Aquino, que en su ´ Opusculo sobre el Gobierno ´de los Príncipes considera al pueblo veneciano libre, pues de todos los gobernantes del norte de Italia solamente el Duce ten´ıa su poder limitado y no podía ser por lo tanto un tirano; y Petrarca, quien en su obra elogia la estabilidad del gobierno veneciano.

Entretanto, el debate ideológico exigía, para su legitimación, alg ´ un parecido con la tradición greco-romana.; lo que provoco que los ´gobrnantes venecianos buscasen ansiosamente, humanistas que reescribieran la historia de Venecia, enfatizando la singularidad de sus instituciones políticas y el espíritu cívico de sus gobernantes, causas de su armonía interna y , por lo tanto, de su durabilidad. El primero que asume esta tarea, al punto de crear definitivamente el mito veneciano, que tanto va a influenciar el debate futuro sobre el republicanismo, fue el filólogo griego Giorgios Trapezuntios. El fue contratado por ´Francesco Barbaro, uno de los mas influyentes patricios venecianos ´de su tiempo, para venir a Venecia a ensenar griego. En 1451, le ‘escribió una carta a Barbaro donde afirmaba que los fundadores de ´la Republica veneciana se habían inspirado seguramente en Las Leyes de Platon (en esta epoca, la lucha ideológica antiflorentina debía ser también antiaristotelica). Segun el, el motivo por el cual la vida de ´esta ciudad hab´ıa sido tan duradera y tan feliz era por el hecho de ser una república mixta de preponderancia aristocrática. Esta afirmación ´era lo que precisamente necesitaban los patricios venecianos, y tan es así, que Barbaro le encargo, prometiéndole una suculenta recompensa, una introducción a su traducción de ´ Las Leyes, en la cual se destacara el extraordinario parecido entre la teorıa de Platón y la practica política veneciana.
A partir de 1460, con la publicación del libro dedicada al Duce, y ´con la nominacion, por el Senado, de Giorgios Trapezuntios para la ´catedra de humanidades y retorica de la Escuela de San Marco, esta ´idea pasa a ser parte de la propaganda oficial de Venecia. Evidentemente, la idea de que la mejor forma de gobierno está asociada a la mezcla entre monarquía, democracia y aristocracia, representados por el Duce, por el Consiglio Maggiore, y por el Senado, respectivamente, no se puede confundir con el intrincado e ingenioso sistema de lımites y controles institucionales descritos por Polibio. Lo que interesaba a las familias patricias venecianas era el hecho de que Platon, en el Libro II de ´ Las Leyes, describiera el gobierno mixto como aquel que esta entre la monarquıa y la democracia, o sea, una forma de gobierno donde el elemento aristocrático es determinante. Ası,estas familias del patriciado veneciano, van a utilizar la oportunidad de encubrir su regimen oligarquico bajo el manto legitimador de la ´aristocracia, asociada, en la tradición, al ideal de virtud (los  aristoi,  los ottimati, son los mejores, los virtuosos por excelencia). (Gilbert 1977,183-5).

A esta concepción oficial de la constitucion veneciana, los florentnos reaccionaran formando dos grupos antagonicos. Es lo que se desprende del debate ocasionado a partir de la muerte de Cosimo Medici,en 1465. Sin duda alguna este debate fue, en esta época, conducido por razones mas que nada emocionales, y no por lo que realmente ´diferenciaba a las dos constituciones. Las dos repúblicas como dijimos anteriormente eran enemigas. De un lado estaban aquellos que, reforzando el mito florentino, afirmaban que la gloria alcanzada por su ciudad se debía a la preponderancia del elemento democrático en su forma de gobierno, en la medida que los cargos públicos estaban disponibles para todos y que eran completados teniendo en cuenta el antiguo precepto democrático de la constante rotación on y el sorteo, a lo que cabía sumarle el espíritu cívico de sus ciudadanos, dispuestos en cualquier momento a sacrificarse por la patria. Bruni, como dijimos, se había entronado como ideólogo oficial de la ciudad. Del otro ´lado, entre los defensores de la constitución veneciana, tenemos un ´único humanista florentino de destaque, el canciller Poggio Bracciolini ´(que tenía razones personales para no estar del todo satisfecho con su ciudad, llegando a amenazar con dejarla para irse a vivir a Venecia, debido a las tasas, injustas en su opinión, que el gobierno le obligaba a pagar) y algunos integrantes de las grandes familias, provenientes de las guildas mayores y de la nobleza (responsables mayores por la divulgación del mito veneciano en su ciudad). Entre estas, a su vez, ´dos grupos se destacaran: uno, circunscrito a los admiradores de los Medici, imaginaba imitar la constitución veneciana con un miembro ´de esta casa como Duce al lado de un consejo limitado a las familias leales a el, como una forma de garantir la estabilidad y la permanencia ´de los Medici en el poder; el otro de los grupos sonaba con un Duce florentino, no necesariamente un Medici, como un primus inter pares allado de un consejo representado por las principales familias florentinas(Gilbert 1977, 187-191; Pocock 1975, 100-4).

Mientras tanto, por razones pragmáticas (tanto la diplomacia, preocupada en buscar alianzas que debilitaran la política externa veneciana, como la naciente oligarquía, preocupada en cubrir su distanciamiento con la mayoría de los ciudadanos, que permanecían fieles al ideal republicano democrático, se beneficiaban del mito ´florentino), el rechazo al mito veneciano duro hasta el final del siglo ´XV.

Mas tarde, con la expulsión de los Medici, en 1494, todavıa podemos constatar la fidelidad a este ideal con el ascenso de Savonarola, que pregonaba en sus sermones la sustitución del sistema de gobierno por ´el que el designaba  antico vivere popolare, a traves de la creacion de ´un Consiglio Grande (reuniendo representantes de todas las esferas sociales) y de la conversión moral (exhortando a todos los ciudadanos ´a colocar el bien comun por encima de sus intereses privados) al igual ´que Bruni, su objetivo era instituir la igualdad ética y política. Envalentonado por el clamor general de regeneración religiosa y por su carisma, Savonarola, mientras tanto, había ido demasiado lejos en sus pretensiones políticas: la implantacion del ´ Consiglio Grande provoco que las principales familias de las guildas mayores y los ´nobles reaccionaran y, en nombre de un pretendido perfeccionamiento institucional, exigiesen la constitución de un Senado, compuesto por ´las principales familias y centro de las decisiones políticas, y de un Duce. As´ı, siguiendo el modelo veneciano, en 1502, fue creado el gonfaloniere vitalicio, eligiendo a un noble, y en 1512 finalmente fue creado el Senado. Para esto, no fue derramada una sola gota de sangre: Savonarola no comprendera que el pueblo estaba dividido entre su sentimiento republicano y la necesidad de ceder el poder a los mas ricos y a los de mayor habilidad militar. Luego de un corto periodo de duración, la “república democratica” de Savonarola fue sustituida por una “republica aristocrática”, en verdad, un regimen mixto que concentraba en el Senado, ocupado en forma vitalicia por los miembros de las familias más ricas y prominentes, las principales funciones políticas (entre estas, elegir a los encargados de los principales cargos públicos y de las embajadas, nombrar administradores para ´los territorios ocupados y administrar las finanzas públicas) y que ´concedía al Consiglio Grande, ahora compuesto exclusivamente por los representantes de las guildas menores, funciones secundarias (dentro de todas, la mas relevante era el poder de veto por mayoría simple a los proyectos de leyes financieras elaboradas por el Senado, con la aprobación de tres cuartas partes de sus miembros). Quince años ˜después, otro cambio de régimen sacude a Florencia, nuevamente ´los Medici toman el poder, manteniendo solo la fachada de las instituciones anteriores, como escudo ideológico de su tiranía (Gilbert1977, 193-7).

Una vez mas, medio siglo después de la publicación de ´ Sobre laPoliteia de los Florentinos, se completa el ciclo analizado por Bruni en su panfleto: la “republica democrática” (centrada en el ´ Consiglio Grande)es sustituida por un régimen mixto de preponderancia “aristocrática” ´(inspirada en el modelo veneciano, en el cual la parte menor y económicamente mas influyente de la sociedad tenga una participación mayor en el gobierno), que, a su vez, es sustituida por una tiranía(también encubierta bajo el manto legitimador del mito veneciano). ´Cabe recordar, en relación con estas consideraciones, que, desde ´nuestro punto de partida, a pesar de la interdependencia de los tres pilares de una república, su elemento determinante es la ´homogeneidad de la conducta ética de sus ciudadanos. Sin la igualdad ´político y socio-económica, ciertamente, la virtud no sobrevive. Esta es el alma de la república. Es decir, una república que desconsidera la ´igualdad político y la igualdad socio-economica es imperfecta y no dura ´demasiado; una república que no se preocupa por mantener el espíritu cívico de sus ciudadanos no puede existir como tal, ser´ıa una forma de gobierno donde el principio que posibilita la igualdad no estaría presente.
En el final del siglo XVI, el mito de Venecia estaba tan difundido entre los políticos, publicistas y escritores de las dos principales ciudades de Italia –“el mas bello y mejor gobierno no solo de nuestro ´tiempo, sino que probablemente de todos los tiempos”, el gobierno que “dura hace siglos, sin conocer sediciones ni discordias”, son afirmaciones comunes en esta epoca-, que el republicanismo pasa a asumir definitivamente rasgos aristocráticos. En el siglo XVII, este mito trascenderá las fronteras de la penınsula y encontrara resonancias en toda Europa. Entre una serie de importantes autores republicanos de pretendida inspiración platónica (Niccolo  Sabellico, Giasone de Nores, Pompeo Caimo, Bartolomeo Cavalcanti, etc...) , vale la pena destacar algunos nombres por la repercusión que tuvieron en Italia y ´en Inglaterra, en particular para James Harrington.

Quebrando el paradigma que hasta entonces reinara en Florencia,luego del inicio del siglo XVI, Francesco Guicciardini, en su DelRegimento di Firenze ´, propone para su ciudad una forma de gobierno mixta en la cual la signoria representaría el elemento monárquico; el Consejo de los ottimati (los mejores en cuanto a su virtud cívica, que, en realidad, coinciden con los mas ricos y con los nobles), ´compuesto de ciento sesenta a ciento ochenta miembros, el elemento aristocrático; y el Gran Consejo, electo por los ciudadanos con derecho ´al voto, el elemento democrático. Tomando al mito veneciano como ´modelo, Guicciardini concentra en los ottimati la mayor parte del poder, alegando que la ruina de la Republica de Savonarola se debio a la constitución de un gobierno popular, al contrario de Venecia. Para el ´florentino Donato Giannotti, en su obra Della Repubblica de Veneziani, publicada en 1540, el motivo que hizo de Venecia una Republica “eterna” debe ser encontrado, en primer lugar, en el Senado (la parte principal de la mezcla), cuya función es el discernimiento sobre las principales cuestiones públicas (sobre la guerra, la paz, las leyes....etc); ´en seguida, el Consiglio Maggiore, cuyas tareas son el decidir acerca de lo que fue ponderado en el Senado y nombrar los magistrados; y finalmente el Duce, que posee como función dar fuerza a la ejecuciones las leyes (Battaglia 1927, 298-302; Fink 1945, 18-19; Mattei 1973636-7).
Para el famoso e influyente teórico del gobierno mixto Gasparo ´Contarini, que en 1543 edita De Magistratibus et Republica Venetorum, Esparta es muy semejante a Venecia. En esta, la representación de la republica le corresponde a la parte regia, al Duce, en nombre del cual son publicados los principales documentos públicos. Ademas de esta actividad, el Duce divide las otras atribuciones menores entre seis consejeros, electos cada cual por una de los seis sectores, en que fue dividida la ciudad. Estando presente en su mayoría, los consejeros pueden proceder sin el Duce, mientras que este no puede actuar sin la presencia de cuatro de sus consejeros. Las atribuciones mayores del Duce y de sus consejeros están divididas con el  Collegiodi Savii, un comité formado por dieciséis miembros del Senado. ´Otras importantes funciones están distribuidas entre el Senado (la ´elaboración de las leyes) y el ´ Consiglio de’ Dieci (cuya principal funcion´es evitar que las diversas instituciones usurpen sus atribuciones).

Además de la ratificación de las leyes elaboradas por el Senado, la ´mayor competencia de la parte popular, el Consiglio Maggiore, en el cualtoman asiento todos aquellos cuyas familias constan en el Libro d’Oro yque poseen más de veinticinco anos, es la elección de los magistrados, ´en particular, el Duce (en forma vitalicia), los senadores (anualmente) ylos miembros del Consejo (anualmente) y del Colegio (cada seis meses).
En tanto, los verdaderos y propios magistrados de la Republica son los ´ottimati, la parte aristocrática, la mejor parte (electos por su virtud, y ´que pertenecen a las familias más ricas o al patriciado, justamente las ´ue mas aprecian el cultivo de las habilidades espirituales), con asiento en el Colegio, en el Consejo y en el Senado. Venecia tenıa ordenadas sus instituciones para la verdadera finalidad del gobierno civil: la felicidad y la prosperidad del hombre; en tanto, la felicidad solo era alcanzada con la virtud, que a su vez, es un privilegio de pocos. Otro influyente autor Paolo Paruta, en sus obras, Della Perfettione della Vita Politica (editada cuatro veces en Venecia, entre 1579 y 1600) y Discorsi Politici (1599), sigue, con alteraciones de poco significado, las mismas descripciones de su coterraneo Contarini, y llega a la misma conclusion respecto de la primacía de los ottimati en el gobierno mixto para conseguir estatuir un régimen estable y prospero. Su preocupacion´central es mostrar que, primeramente, la mezcla entre las formas de gobierno, entendida como un sistema de pesos y contrapesos, no basta para evitar la revolución, como, según´ el, deducimos de la experiencia ´de Roma, cuya caıda se debió a la distribución equitativa del poder ´entre las tres instancias, privilegiando indebidamente a los cónsules y ´a la Asamblea del Pueblo (los elementos monárquicos y democráticos);´y que en segundo lugar, Venecia, al proporcionar la “vida cívica” para sus ciudadanos, consiguió aquello que Roma no pudo evitar –el ciclo de corrupciones-, al colocar la virtud en el centro de su gobierno. (Fink1945, 19-20, 28-31 y 36-9).

8 Algunas conclusiones
Estas consideraciones nos llevan a las siguientes conclusiones. En relacion a Florencia, podemos decir que sus experiencias políticas no escaparon al drama que persiguió a las demás ciudades italianas del ´Renacimiento: inestables, estas sucumbirán a una oligarquía, que posteriormente se transformara en una tiranía. La excepción a esta regla general fue Venecia: único caso en la península. Un grupo pequeño de familias de patricios se mantenía establemente en el poder, evitando las revoluciones polticas.

Con relación a las principales doctrinas políticas, podemos decir que el primer teórico no medieval en elaborar una teoría política consistente y que se tornó paradigmática en las discusiones políticas subsecuentes fue el republicano Bruni. Su preocupación central no era descriptiva sino que se trataba de tratados fundamentalmente normativos: la grandilocuencia del Elogio, de los Dialogos y de la Oración, pretendían realizar una tarea primordialmente educativa, realzando el espirito cívico y las instituciones democráticas de sus antepasados; su preocupación central era la creación del mito democratico-republicano florentino, modelo a ser perpetuado por las generaciones venideras. Por otro lado, el relanzamiento del ideal republicano, era para Bruni a única solución para la crisis política por la que pasaba Florencia. En suma, la pregunta de Bruni era la siguiente: ¿cómo hacer para ´rehabilitar la virtud cívica y la igualdad política, - valores entrelazados– donde impera el comercio y la especulación financiera?. Sin una igualdad de base, sin una igualdad material efectiva (a través de la cual la autonomía económica y el ocio aparecen como garantidos para todos los ciudadanos), tanto la educación cívica como la superestructura republicana (a través de la participación directa de todos en el gobierno ´está garantizada), no tiene su sustento básico. Igualmente, podemos ´decir, de los humanistas cívicos, que veían en la constitución veneciana ´el ejemplo de una forma de gobierno perfecta e inmortal. También ellos, rompiendo con el mundo medieval, veían a Venecia como el punto de referencia de su pensamiento político, no solo en la Italia de su época sino también en los siglos siguientes en buena parte de Europa; también ellos van a olvidar y a menospreciar a la igualdad de base como condición previa de la virtud cívica. Pero además, debido a la lucha ideológica que sostenían contra el mito florentino, se vieron obligados a despreciar la igualdad política y la educación pública para la formación de la personalidad cívica de los ciudadanos.

(1).- El título de este texto “Los dos Republicanismos II,  se entiende como  otra parte de un título general  sobre los dos republicanismos, que ya tuvo otra parte – I-  en este mismo blog.  (Ver “los dos republicanismos,  desde Francia 1848”.  (Ver más abajo, entrada anterior de este mismo blog)

(*) . Licenciado en Ciencia Política- Departamento de Ciencia Política Facultad de Ciencias Sociales de laDEA (Diploma en Estudios Avanzados) Universidad de Santiago de Compostela Candidato a Doctor en Ciencia Política y de la Administración-Universidad Complutense de Madrid.
.-Fuente Critica Contemporánea. Revista de Teoría Política, No4 Dic. 2014 -
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